miércoles, 19 de julio de 2017

ARTÍCULO: COOPERAR Y PARTICIPAR PARA GENERAR CULTURAS ESCOLARES INCLUSIVAS

Comprender, en profundidad, lo que implica una gestión escolar inclusiva caracterizada por un liderazgo distributivo con foco en valores que comprometen a una comunidad con la calidad de los aprendizajes de sus estudiantes y la mejora continua de los procesos, claramente va más allá de un marco normativo político. Por tanto, nos sitúa en la aventura de concebir la educación desde una perspectiva de la justicia social.

La inclusión, como fundamento filosófico y axiológico de un proyecto educativo, permite generar culturas basadas en creencias y expectativas. Asimismo, en las representaciones sobre el cómo respetar, tolerar y participar en la construcción de una comunidad escolar con identidad, compasión, valentía y decidida a generar cambios profundos que permitan una convivencia basada en el respeto por las diferencias, como una oportunidad de aprendizaje para todos los estudiantes independiente de su condición social, cultural y educativas.

En este sentido, el rol de los líderes escolares es clave para eliminar las barreras que generan exclusión. Estos actores tienen la responsabilidad de transformar las escuelas en comunidades donde impere la justicia social, para lo cual es necesario un liderazgo que contribuya y potencie una cultura de la inclusión para la igualdad, partiendo de supuestos, principios, creencias y valores que se vinculen con la acción pedagógica del centro. De este modo, la inclusión debería poder expresarse tanto en los lenguajes utilizados, como en el currículum oculto y en los patrones de acción y actuación de todas las personas que trabajan en la escuela.

Una estrategia a implementar desde los centros escolares, para promover la participación, la implicancia e impulsar los procesos de transformación es la investigación colaborativa. La colaboración en la investigación, implica la instalación de una comunidad de aprendizaje y de desarrollo profesional donde se vivencia y se construye conocimiento situado para resolver problemáticas sentidas y percibidas por los diversos actores. Para desarrollar este tipo de metodologías se siguiere una ruta de trabajo que considere: evaluación participativa; delimitación de necesidades y fortalezas en equipos; negociación de la problemática a resolver; planificación conjunta de los objetivos, actividades y formas de verificación; y del proceso reflexivo orientado a la evaluación y la mejora.

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